Vivimos tiempos en que la violencia se está convirtiendo en cultura y hasta nos estamos acostumbrando a considerar que es normal maltratarnos, insultarnos o que, en Venezuela haya más muertos por la violencia que los causados por tragedias naturales o guerras. Por ello, en Fe y Alegría nos comprometemos a trabajar cada vez con mayor ahínco por una educación que cultive los valores de la paz. Paz no significa meramente ausencia de guerra o una vida sin problemas, dificultades o conflictos. Paz significa vivir en un ambiente de respeto, justicia, seguridad, libertad, y tener el corazón tranquilo en medio de los problemas y las dificultades.
Vivimos tiempos en que la violencia se está convirtiendo en cultura y hasta nos estamos acostumbrando a considerar que es normal maltratarnos, insultarnos o que, en Venezuela haya más muertos por la violencia que los causados por tragedias naturales o guerras. Por ello, en Fe y Alegría nos comprometemos a trabajar cada vez con mayor ahínco por una educación que cultive los valores de la paz. Paz no significa meramente ausencia de guerra o una vida sin problemas, dificultades o conflictos. Paz significa vivir en un ambiente de respeto, justicia, seguridad, libertad, y tener el corazón tranquilo en medio de los problemas y las dificultades.
Sólo los que tienen el corazón en paz podrán ser sembradores de paz y contribuirán a gestar un mundo mejor en medio de tantas violencias, tormentas y problemas. La lucha por la paz y la justicia debe comenzar en el corazón de cada persona. Ser pacífico o constructor de paz no implica adoptar posturas pasivas, ni ser sumiso, sino comprometerse y luchar por la verdad y la justicia. Pero no seremos capaces de romper las cadenas externas de la injusticia, la violencia, la miseria, si no somos capaces de romper las cadenas internas del egoísmo, el odio, el consumismo…, que atenazan los corazones. No derrotaremos la corrupción, que actualmente corroe la entraña de la sociedad, con corazones apegados a la riqueza y el tener; no construiremos participación y democracia con corazones ávidos de poder; no estableceremos un mundo fraternal con corazones llenos de odio y de violencia.
Juntos construimos la paz con Fe y Alegría y por ello nos comprometemos a cultivar en todos nuestros programas las competencias esenciales para una sana convivencia:
-Aprender a no agredir ni física, ni verbal, ni psicológicamente a nadie, requisito indispensable para la convivencia social.
-Aprender a comunicarse, a dialogar, a escuchar al otro como portador de verdad.
-Aprender a interactuar con los otros, a valorar y aceptar las diferencias políticas, culturales, de raza, de género, sin convertirlas en desigualdades.
-Aprender a cuidarse, a cuidar a los otros, a cuidar el ambiente, las cosas colectivas, los bienes públicos que pertenecen a todos.
-Aprender a valorar, la propia familia, país, cultura y religión, y a respetar las familias, países, culturas y religiones diferentes, combatiendo los dogmatismos, fundamentalismos e intolerancia de quienes quieren imponer una única forma de pensar, de creer, de vivir. La diversidad y el respeto a las minorías son tan importantes como el gobierno de las mayorías. El fanatismo es odio a la inteligencia, miedo a la razón.
-Aprender a desarrollar la autonomía personal, la confianza, el respeto, la responsabilidad, la cooperación y la solidaridad.
En definitiva, construir la paz supone enseñar y aprender a vivir con, es decir, a convivir, y no a vivir contra, y enseñar a vivir para, es decir a convertir la propia vida en un regalo para los demás. Por ello, seguiremos trabajando por una educación que enseñe a amar la cultura de la vida compartida, que siembre en nosotros el valor de la fraternidad.
Juntos construimos la paz. Venezuela nos necesita a todos. Es tiempo para el reencuentro y el trabajo compartido para superar juntos los graves problemas que tenemos, entre ellos, el de la inseguridad, la pobreza, la corrupción, la violencia y la ineficiencia. Son tiempos para, sin claudicar de las grandes utopías de buscar con empeño un mundo mejor para todos, emprendamos los cambios necesarios y urgentes que nos resuelvan los gravísimos problemas de la cotidianidad. La paz verdadera se asienta sobre las bases de la justicia. Juntos construimos la paz y juntos construimos la esperanza, con mucha fe y mucha alegría. No permitamos que nos dominen el desaliento y la desesperanza. Desoigamos los gritos que nos invitan a la intolerancia, el odio y la violencia. En estos días, más que nunca, cultivemos la sonrisa, la ternura, la amabilidad, el perdón. Venezuela tiene un hermoso futuro de justicia, convivencia y paz. Futuro que debemos construir juntos, entre todos y para todos. Fe y Alegría apuesta y trabaja por ese futuro.
Antonio Pérez Esclarín
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